sábado, 28 de julio de 2012

El arrepentimiento biblico 2 parte


Perdón Condicional

Muchos maestros populares en nuestros días erróneamente proclaman que todos los pecados de los cristianos – pasados, presentes y futuros – han sido ya perdonados.   En contraste, la Biblia cita condiciones para ser perdonados después que se ha experimentado la verdadera regeneración:

Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad (1 Juan 1:9). 

El Apóstol Juan – que era salvo – se incluía a sí mismo aquí usando el pronombre “nosotros”.  Esta confesión de pecados a Dios debe estar también combinada con la voluntariedad de renunciar a esos pecados: 

El que encubre sus pecados no prosperará;  mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia (Proverbios 28:13).  

El Señor Jesús dio otro condición relevante para recibir el perdón, de la que pocos en nuestros días tienen deseos de predicar:

Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial.  Mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre celestial os perdonará vuestras ofensas (Mateo 6:14,15). 

Jesús está dirigiendo su enseñanza a sus propios discípulos que vinieron a El (5:1,2).  Observe también en Mateo 6:14,15 que Jesús les dijo que “vuestro Padre” no os perdonará vuestras ofensas si vosotros no perdonáis a los hombres sus ofensas.  El no puede estar hablando a gente no salvada ya que ellos no tendrían a Dios como su Padre espiritual.

El Rey David escribió, “Bienaventurado aquél cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado” (Salmo 32:1) y dijo cómo él había obtenido el perdón:

Mi pecado te declaré y no encubrí mi iniquidad.  Dije:  Confesaré mis transgresiones a Jehová, y tú perdonaste la maldad de mi pecado (Salmo 32:5).  

El perdón no viene en forma automática, como se evidenció en el versículo precedente.  David tuvo que hacer algo para obtener este perdón.  Quizás Juan tenía este versículo y otros similares en mente cuando escribió 1 Juan 1:9.

El consejo del Dios Soberano a través de Isaías fue:

Lavaos y limpiaos;  quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos;  dejad de hacer lo malo;  aprended a hacer el bien;  buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.  Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta:  si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos;  si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana (Isaías 1:16-18).  

Dios es compasivo y misericordioso, no queriendo que ninguno se pierda, sino que todos procedan al arrepentimiento (2 Pedro 3:9) pero nosotros debemos hacer nuestra parte según está registrada en las Santas Escrituras.  La Biblia no enseña que los cristianos están ya perdonados aun antes de que sus pecados futuros sean cometidos.  No deje que los falsos maestros de nuestros días lo engañen.  Presten atención al mensaje de la Escrituras:



El Arrepentimiento es Fundamental para el Cristianismo

El escritor de Hebreos enseñó (entre otras enseñanzas elementales) que el arrepentimiento es un principio fundamental cristiano: 

Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección;  no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, y de la fe en Dios (Hebreos 6:1).  

Pronto examinaremos algunas de las “obras muertas”.  Pablo dijo a los cristianos romanos que el pecado lleva a la muerte espiritual (Romanos 6:16) y Santiago advirtió cómo ocurre esta "muerte": 

Sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.  Entonces, la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado;  y el pecado, siendo consumado, a la luz la muerte.  Amados hermanos míos, no erréis.  (Santiago 1:14-16)  

Estas fueron las enseñanzas básicas y elementales de la iglesia primitiva que raramente se repiten en nuestros días y aun peor, que son negadas por los maestros de la eterna seguridad.

El Verdadero Arrepentimiento produce “Fruto”

En el momento del arrepentimiento y de la salvación inicial, pasamos de muerte a vida (1 Juan 3:14), de las tinieblas a la luz (Hechos 26:18, Efesios 5:8, 1 Pedro 2:9), y del poder de Satanás a Dios (Hechos 26:18).  Pero esto no acaba aquí.  Juan el Bautista dio su entendimiento inspirado por el Espíritu Santo en cuanto a lo que Dios requiere del arrepentimiento, en Lucas 3:8-14:

Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento.  Y no comencéis a decir dentro de vosotros mismos:  Tenemos a Abraham por padre;  porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras.  Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles;  por tanto, todo árbol que no da buen fruto se corta y se echa en el fuego.  Y la gente le preguntaba, diciendo:  Entonces, ¿Qué haremos?  Y respondiendo, les dijo:  El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene;  y el que tiene qué comer, haga lo mismo.  Vinieron también unos publicanos para ser bautizados, y le dijeron:  Maestro, ¿qué haremos?  El les dijo:  No exijáis más de lo que os está ordenado.  También le preguntaron unos soldados, diciendo:  Y nosotros, ¿qué haremos?  Y les dijo:  No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis;  y contentaos con vuestro salario.    

Observe la responsabilidad humana involucrada.  ¿Estaba Juan enseñando una salvación por medio de “obras”?  De ningún modo.  El padre de Juan, Zacarías, profetizó acerca de él bajo la inspiración del Espíritu Santo (Lucas 1:67) que Juan daba al “pueblo de Dios conocimiento de salvación para perdón de sus pecados”,  V. 77.  Aunque algunos pudieran reclamar equivocadamente que Juan enseñaba la “ley” y las “obras” del Antiguo Testamento, ¡Dios dio el conocimiento de la salvación a través de él!

La enseñanza de Jesús acerca de los justos fue muy similar e incluía acción de la parte de los redimidos o  los “benditos”:

Entonces el Rey dirá a los de su derecha:  Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.  Porque tuve hambre, y me disteis de comer, tuve sed, y me disteis de beber;  fui forastero, y me recogisteis;  estuve desnudo, y me cubristeis;  enfermo, y me visitasteis;  en la cárcel, y vinisteis a mí” (Mateo 25:34-36).  

Jesús enseñó, “Esforzaos a entrar por la puerta angosta;  porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán” (Lucas 13:24).  Pero “la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Juan 1:17).

Aunque esto está en conflicto con el falso mensaje de “gracia” de hoy en día, ésta es la verdadera gracia Bíblica del Dios Todopoderoso.  Escoja a quién creer – al que tiene toda autoridad en el cielo y en la tierra (Mateo 28:18) o a los impíos convertidores de la gracia de hoy (Judas 3,4).



Demuestre Su Arrepentimiento y Manténganse

Mientras que no éramos salvos, nosotros producíamos fruto para muerte (Rom 7:5).  Pero ahora debemos producir buen fruto para evitar el ser cortados y arrojados en el fuego (Mat. 3:10).  Esto requiere acción de nuestra parte que no puede ser una salvación por “obras” ya que Jesús encomió el mensaje de Juan (Mateo 11:11).  El mensaje estándar del evangelio de gracia del Apóstol Pablo también está de acuerdo con el de Juan:

... que anuncié ...  que se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento (Hechos 26:20).  

Jesús nos hace libres de la esclavitud del pecado (Juan 8:34-36) pero después de la salvación inicial, Pablo enseñó a los cristianos a persistir en buscar la inmortalidad, a continuar en el Espíritu y a hacer morir el pecado para vivir:

Vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad (Romanos 2:7).  

Porque si vivís conforme a la carne, moriréis, mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis (Romanos 8:13).  

La responsabilidad humana y el libre albedrío están también claros en el consejo de Pablo al Pastor Timoteo cuando le dice “no participes en pecados ajenos.  Consérvate puro (1 Timoteo 5:22).

En forma similar, Juan aconsejó a sus hijos “guardarse de los ídolos” (1 Juan 5:21).

Alguno pudiera alegar, “pero nosotros no estamos bajo la ley”.  Cierto, nosotros no estamos bajo la ley ceremonial, pero b> nosotros todavía estamos bajo la ley moral como puede verse en versos tales como 1 Corintios 6:9, 10;  Efesios 5:5-7;  Gálatas 5:19-21;  Judas 7;  Apocalipsis 21:8;  etc.  Recuerde que Pablo le dijo a los cristianos corintios que no fueran idólatras (1 Corintios 10:7).  El sabía que los cristianos podían convertirse en idólatras y terminar así en el lago de fuego según Ap. 21:8 a menos que se arrepintieran.  Por lo tanto, estos apóstoles aconsejaron a los cristianos mantenerse lejos de tal peligro espiritual.

Santiago enseñó qué clase de religión es aceptable a Dios y de qué debían guardarse los cristianos:

La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es ésta:  Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones y guardarse sin mancha del mundo (Santiago 1:27).  

Estas todas son enseñanzas de la verdadera gracia.  El problema, entonces, estriba en aquellos que tienen un punto de vista distorsionado acerca de la gracia.



Escudriñe Su Corazón y Libérese

El consejo siguiente de los Salmos puede ser de gran beneficio para aquellos que desean mantener un camino santo delante de Dios:

Temblad y no pequéis;  meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad (Salmo 4:4).  

Confesaré mi maldad, y me contristaré por mi pecado (Salmo 38:18)  

Consideré mis caminos, y volví mis pies a tus testimonios (Sal 119:59)  

Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón;  pruébame y conoce mis pensamientos;  y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno (Salmo 139:23,24).  

Estas clases de oraciones nos ayudarán a mantener un corazón puro, que es vital ya que estos son los que estarán en el lugar santo de Dios (Salmo 24:3,4).  “Mantener la fe y la buena conciencia” nos preservará de naufragios espirituales (1 Timoteo 1:19).

Pedro y Pablo nos dieron otras importantes salvaguardas y ordenanzas:

Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis en salvación (1 Pedro 2:1,2).  

Porque :  El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño;  apártese del mal, y haga el bien;  busque la paz, y sígala (1 Pedro 3:10,11).  

Por lo cual, oh amados, estando es espera de estas cosas (la morada de la justicia, V. 13), procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz.  (2 Pedro 3.14).  

Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros:  fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría;  cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de la desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas.  Pero ahora, dejad también vosotros todas estas cosas:  ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca.  No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno (Colosenses 3:5-10).  

Para liberarnos del pecado a fin de regresar a Dios ha existido desde hace mucho tiempo un mandato bíblico:

Si de todo corazón os volvéis a Jehová, quitad los dioses ajenos y a Astarot de entre vosotros, y preparad vuestro corazón a Jehová, y sólo a El servid (1 Samuel 7:3).  

Echad de vosotros todas vuestras transgresiones con que habéis pecado, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo.  ¿Por qué moriréis, casa de Israel?  (Ezequiel 18:31).



El Verdadero Arrepentimiento Incluye Dolor Santo y Vergüenza

El verdadero arrepentimiento también se manifiesta en dolor, vergüenza por aquellos actos pecaminosos cometidos y en un deseo ferviente de hacer las cosas correctamente:

Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia.  ¿Pero qué fruto tenías de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis?  Porque el fin de ellas es muerte.  Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna (Romanos 6:20-22).  

Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse;  pero la tristeza del mundo produce muerte.  Porque he aquí, esto mismo de que hayáis sido contristados según Dios, ¡qué solicitud produjo en vosotros, qué defensa, qué indignación, qué temor, qué ardiente afecto, qué celo, y qué vindicación!  En todo os habéis mostrado limpios en el asunto (2 Corintios 7:10,11).  

Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado;  al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios (Salmo 51:17). 

Por otro lado, los impíos están vacíos del temor de Dios y el dolor que lleva a la salvación:

La iniquidad del impío me dice al corazón:  No hay temor de dios delante de sus ojos.  Se lisonjea, por tanto, en sus propios ojos, de que su iniquidad no será hallada y aborrecida (Salmo 36:1,2).  

Un buen punto clave de la condición de su corazón, entonces, es:  ¿Teme usted a Dios y aborrece su pecado, o está usted entre los impíos anteriormente descritos?



Actos que Llevan a la Muerte

Como fue mencionado previamente, Heb. 6:1 declara que hay obras que conducen a la muerte, pero ¿cuáles son ellas?  Los pecados listados en 1 Corintios 6:9,10,  Efesios 5:5,6,  Gálatas 5:19-21 y Apocalipsis 21:8 nos dan visión de las cosas de las que uno debe arrepentirse, ya que aquellos que las hacen no heredarán el reino:

¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios?  No erréis;  ni os fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios (1 Corintios 6:9,10).  

Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios.  Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia (Efesios 5:5,6). 

Y manifiestas son las obras de la carne, que son:  adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a éstas;  acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios (Gálatas 5:19-21).  

Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago de fuego y azufre, que es la muerte segunda (Apocalipsis 21:8).  

¿Qué esperanza tiene el infortunado cristiano que caiga en tales pecados después de su salvación inicial?  Estas abominaciones deben ser confesadas y abandonadas, buscando el perdón de Dios.  Jesús enseñó que el pródigo volvió a vivir después de una completa ruptura con su relación con las rameras (Lucas 15:24,32).  Lo mismo puede ser establecido acerca de David después que él humildemente buscó el perdón del Señor por su pecado sexual y su asesinato (Salmo 51).  ¿Se mantuvo David salvo durante su detestable pecado antes de arrepentirse?  No, según el Soberano Dios que  habló Apocalipsis 21:8 desde su propio trono después que la obra infinita del Señor Jesús fuera completada.  Dios no hizo excepciones con nadie, incluyendo a un hombre que escribió parte de la Biblia.  Gracias a Dios, David se arrepintió antes que muriera.  Muchos no lo hacen.  Ezequiel explica lo que le sucedió espiritualmente al Rey David durante ese período oscuro de su vida:

Mas si el justo se apartare de su justicia y cometiere maldad, e hiciere conforme a todas las abominaciones que el impío hizo, ¿vivirá él?  Ninguna de las justicias que hizo le serán tenidas en cuenta;  por su rebelión con que prevaricó, y por el pecado que cometió, por ello morirá (Ezequiel 18:24).  

... La justicia del justo no lo librará el día que se rebelare;  y la impiedad del impío no le será estorbo el día que se volviere de su impiedad;  y el justo no podrá vivir por su justicia el día que pecare.  Cuando yo dijere al justo:  De cierto vivirás, y él confiado en su justicia hiciere iniquidad, todas sus justicias no serán recordadas, sino que morirá por su iniquidad que hizo (Ezequiel  33:12,13).  

Similarmente a lo que Jesús enseñó sobre el pródigo, Pablo dijo al los cristianos romanos:

Porque si vivís conforme a la carne, moriréis, mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis (Romanos 8:13).  

Aquellos que son espirituales, pueden ayudar a restaurar a los hermanos caídos:

Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que haga volver al pecador de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados (Santiago 5:19,20).  

Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado (Gálatas 6:1).  

Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida;  esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte.  Hay pecado de muerte por el cual yo no digo que se pida.  Toda injusticia es pecado, pero hay pecado no de muerte (1 Juan 5:16,17).



Tomado íntegramente para publicar en este blog en 3 partes del sitio web de:






Ahora bien, aprovecho este tracto para invitar a todo aquel que venga trabajado, cansado (Mt. 11:28.),  ó que tenga algún tipo de necesidad en su vida, a que primero haga esta oración en voz alta:



“¡Jesucristo, ¡Señor mío y Dios mío! (Jn 20:28.) Acepto que soy un  PECADOR y que yo solo no soy capaz de cambiar, pero TU palabra dice que si confieso con mi boca que eres el Señor y creyere en mi corazón que Dios te levantó de los muertos, seré salvo/salva. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. (Ro. 10:9,10.) Por eso en este momento confieso con mi boca que tú eres el Señor, y te acepto como mi único y suficiente Salvador. Te invito a entrar en mi corazón y te pido que desalojes de mi todo sentimiento que no venga de ti, porque tu palabra dice que Nueva Criatura soy, las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Co. 5:17.) en el nombre de Cristo Jesús.”

Amen! 

Si ya hiciste esta oración e invitaste a Jesucristo a entrar en tu corazón, escríbenos a libertadysanidadendios@gmail.com, queremos saber de ti y seguir orando contigo, según sea tu necesidad y los anhelos de tu corazón. 
 
Hoy nos ponemos de acuerdo contigo y tenemos toda nuestra confianza en el todopoderoso Jehova-Rapha (El Señor tu sanador. Ex. 15:26.), el amado Jesucristo y el Hermoso Santo Espíritu de Dios que eres libre de toda aflicción por la Poderosa Sangre del Cordero de Dios que fue inmolado, y que todo ojo le vera a Él (Ap. 1:7.) en tu testimonio, ahora que eres Libre!!!

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