martes, 28 de agosto de 2012

¡Dame este monte!

“Tú sabes lo que Jehová dijo a Moisés, varón de Dios, en Cades-Barnea, tocante a ti y a mí... Yo cumplí siguiendo a Jehová mi Dios... Jehová me ha hecho vivir estos cuarenta y cinco años... Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me envió... Dame, pues, ahora este monte...” (Josué 14:6-14)

Una escena en Gilgal

La escena ocurre en Gilgal, en plena Tierra Prometida. Allí se entrevistan dos gigantes espirituales de la Antigüedad: Caleb y Josué. La cita ha despertado gran expectación. Es fácil imaginarse el silencio y la admiración de todos los testigos, tanto de los que rodean a Josué como de los que acompañan a Caleb, los hijos de Judá.
El relato bíblico no registra palabra alguna de Josué. Es Caleb quien toma la palabra. Ellos se conocen de mucho tiempo. Estuvieron en Egipto en su juventud; eran parte del pueblo esclavo. Fueron testigos presenciales de las diez plagas, y vivieron toda la gloria del éxodo. Ellos también participaron de todas las desgracias del peregrinaje de cuarenta años por el desierto. Allí vieron caer uno por uno a los que habían pecado contra Dios.
De todos los mayores de veinte años que salieron de Egipto, ellos eran los únicos sobrevivientes. Para la congregación de Israel en aquellos días, Josué y Caleb eran, sin duda, dos héroes vivientes.

El episodio de Cades-Barnea

La primera alusión que hace Caleb es a la palabra de Jehová, dicha en Cades-Barnea. (Josué 14:6). Como sabemos, el episodio de Cades-Barnea fue fatal para Israel. Allí estaban en la posición perfecta para acometer la toma de posesión. No darían rodeo alguno. Todo estaba perfectamente ordenado. Sin embargo, el informe de los diez espías hizo desfallecer el corazón del pueblo. Ellos temieron en gran manera, desconfiaron del poder y la fidelidad de Aquel que los había librado de Egipto, que los había guardado y alimentado en el desierto, y se hundieron en la desesperación.
Dios entonces se enoja (“se irrita”) por cuanto no le creyeron “a pesar de todas las señales que había hecho en medio de ellos” (Núm.14:11). Gracias a la poderosa (y ejemplar) intercesión de Moisés, no fueron destruidos de inmediato (Núm.14:13-19); sin embargo, Dios jura: “Ninguno de los que me han irritado verá la tierra. Pero mi siervo Caleb, por cuanto hubo en él otro espíritu, y decidió ir en pos de mí, yo le meteré en la tierra donde entró, y su descendencia la tendrá por posesión.” (Núm.14:20-24).
Triste y fatal fue el destino de los incrédulos. Ellos sólo tuvieron ojos para las dificultades y problemas. El incrédulo es pesimista en esencia. Muchos cristianos hoy en día también lo son. No se puede contar con ellos para nada, y sus palabras desalientan a otros más débiles, paralizando así el caminar del pueblo de Dios. (Que el Señor tenga de nosotros misericordia y nos libre de un espíritu tan tenebroso). Pero Dios había tomado nota de los fieles, y desde el cielo había dado testimonio a favor de ellos. “Mi siervo Caleb... decidió ir en pos de mí...” ¡Que el Señor multiplique los Caleb en este día! Josué también fue testigo de aquella dramática experiencia. También él fue fiel, por eso Jehová lo designó a él como sucesor de Moisés. Hasta ahora había guiado al pueblo exitosamente en la toma de posesión de la Tierra Prometida.

El secreto del vigor

Josué oye en silencio a su amado consiervo que viene a él con humildad reconociendo su autoridad. Es probable que Josué le haya observado con lágrimas. Hace poco Dios había hablado con él diciéndole: “Tú eres ya viejo, de edad avanzada...”, y ahora tiene frente a él al gran Caleb. Parece que los años no han pasado por él; se ve tan fuerte, tan lúcido, tan aferrado a la promesa que Jehová había hecho a su favor cuarenta y cinco años antes.
Hoy viene con toda la dignidad de un creyente a cobrar su promesa.
El secreto de la vitalidad de Caleb es haber cumplido siguiendo a “Jehová su Dios”. Ahora testifica a favor de Dios: “Jehová me ha hecho vivir, como él dijo, estos cuarenta y cinco años.” Esto es atribuir toda la gloria al Señor: “Si estoy vivo, si estoy sano y vigoroso, todo se lo debo al que me sostiene.” Así también es en esta dispensación: quien vive en Cristo y por Cristo (Fil.1:21; Gál.2:20) está firme y estará firme y constante, creciendo en la obra del Señor siempre (1ª Cor.15:58), y avanzando también hacia la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. (Ef.4:13).
¡Precioso ejemplo el de Caleb! Y oportuno para los que servimos al Señor en estos postreros días, en medio de esta generación maligna y apóstata, donde abundan los desertores, los que defraudan, los que niegan con sus hechos la fe que predican, los que causan tropiezos a los pequeños. Tenemos que aprender de un vencedor como Caleb. Hombres como éste no abundan en este día, éstos suelen ser los sobrevivientes de una generación fracasada.
Pero Dios está levantando en este tiempo una nueva generación de creyentes, hombres fieles en Cristo, sanos en la fe, que tienen en el Señor todas sus fuerzas ... que, aunque pasan los años, se ven cada vez más firmes, más resueltos, más comprometidos con el Señor y con su reino.
Caleb continúa: “Cual era mi fuerza entonces, tal es ahora mi fuerza para la guerra, y para salir y para entrar ...” (Jos.14:1). Esto tiene una perfecta aplicación espiritual para quienes vivimos hoy en la preciosa fe del Hijo de Dios. No hay razón para irse debilitando con el paso del tiempo. Si permanecemos en el Señor, estaremos firmes y daremos mucho fruto. El Señor nos llevará de triunfo en triunfo. Con todos los recursos del Nuevo Pacto podemos vivir por el Espíritu y ser transformados de gloria en gloria en su misma imagen (2ª Corintios 3:18). ¡Así quiere vernos el Señor!

“Dame este monte”

Ahora Caleb viene a hacer efectiva la promesa que lo “asió por dentro” (Fil.3:12). “Dame, pues, ahora este monte...” – dice. Ese monte es habitado por los anaceos y tiene ciudades grandes y amuralladas. A Caleb se le podría haber asignado por gracia, cual veterano de guerra, la mejor llanura de Canaán, los valles más fructíferos, regados por los mejores arroyos. Sin embargo, él dice: “Dame este monte”. Es el más difícil de todos.
Los anaceos habían sido vistos como gigantes por sus hermanos incrédulos (Núm.13:32-33). Por eso, ellos habían sido derrotados aun antes de ir a la guerra. Caleb obtuvo la victoria en medio de aquella incredulidad. Allí su fe brilló más que el oro afinado: “No seáis rebeldes contra Jehová – les había dicho–, ni temáis al pueblo de esta tierra (los gigantes) porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha apartado de ellos y con nosotros está Jehová; no los temáis.” Y antes también había dicho: “Si Jehová se agradare de nosotros, él nos llevará a esta tierra y nos la entregará.”
¡Bien Caleb, así se ganan las batallas de la fe, antes que ocurran, pues si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?!
Al pedir “Este monte” el nombre del Señor sería santificado y glorificado, pues quedaría consignado para todas las generaciones futuras la veracidad de sus promesas, porque Jehová no es hombre para que mienta. Caleb entraría a tomar posesión de aquella misma ciudad cuyos habitantes habían atemorizado tanto a sus incrédulos hermanos.
“Este monte” representa aquella dificultad más grande, la valla más alta, el problema que parece imposible de solucionar. “Dame precisamente este monte”, constituye un gran desafío para todo creyente, para que eche mano a todos sus recursos (que no son pocos), a Dios mismo.
¡Creamos, hermanos, confiemos en nuestro bendito Dios y Padre! ¡Él nos dará “este monte”!

Seguir a Dios cumplidamente

Así fue cómo Hebrón vino a ser heredad de Caleb, “por cuanto había seguido cumplidamente a Jehová su Dios.” ¿Qué significa esto? Significa que no podemos seguir al Señor en algunas cosas y fallar en otras, porque eso nos retrasa o nos anula. El Señor nos permita ser fieles en todo, y agradarle en todo. Fallar en esto haría ineficaz nuestro testimonio.
Es ilegítimo esperar el respaldo del Señor a nuestro servicio o a nuestras oraciones basándonos en aquellas cosas que estamos cumpliendo ante el Señor (equivaldría a descansar en nuestra justicia propia), mientras seguimos infieles e inconsecuentes en muchas otras áreas de nuestra vida. Para poseer toda la herencia que Dios nos ha dado en Cristo Jesús, hemos de ser cual Caleb: “Seguir cumplidamente a Jehová nuestro Dios”. Esto es lo que el Espíritu nos enseña en Colosenses 1:10: “Para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios.”

De Dios y para Dios

Caleb echó a los gigantes anaceos y poseyó Hebrón 1 (Cerca de esta ciudad estaba la cueva de Macpela, donde Abraham había sepultado a Sara –Génesis 23:2,19). Pero, luego que obtuvo Hebrón, ¿qué hizo con su heredad? ¿La disfrutó solo? No; sino que la entregó gustosamente a los levitas para que fuera una ciudad de refugio, adonde pudiera huir el culpable y no muriera. ¡Hebrón vino a ser una ciudad para aquellos que no tenían herencia en la tierra “porque el sacerdocio de Jehová es la heredad de ellos.”! (Jos.18:7).
Lo que obtuvo de Jehová, lo entregó para Jehová (Jos. 21:8-13). Esto mismo hizo Ana cuando recibió a Samuel como respuesta a su oración. Esto es el evangelio. Este es el espíritu de la cruz de Cristo. Esto es lo que hará también el Señor Jesucristo cuando haya suprimido todo dominio: entregará el reino a Dios el Padre.
Cuando usted ora, ¿sólo busca su propio bien? ¿Busca sólo su deleite? (Stgo.4:3). No, que no sea así. Antes bien, busquemos la gloria de nuestro bendito Dios en todo cuanto emprendamos.
Tomemos, pues, “este monte” y luego ofrezcámoslo a Dios para sea de bendición a sus amados hijos.

La lección de Caleb

La figura y la fe de Caleb nos habla profundamente.
Cuando hay muchos que quedan tendidos en el camino y que desfallecen por el temor. Cuando toda una generación de cristianos parece abandonar la carrera, y conformarse con dar vueltas en el desierto, Caleb nos invita a ser fieles a la visión del principio, a cobrar las promesas de Dios, y a tomar la heredad que Dios nos ha dado.
Los viejos creyentes no tienen por qué ser soldados débiles. Al contrario, la experiencia en el caminar de la fe y la comprobación de le fidelidad de Dios añaden un valor adicional a todo su bagaje, que se traduce en un andar permanente en victoria.
Mientras la palabra de Caleb “¡Dame este monte!” resuena aún en nuestros oídos, pidámosle al Señor (nuestro Josué) la porción de nuestra herencia, en tanto despojamos a los hijos de Anac de nuestro propio territorio.
Que así sea.
1 “Hebrón” significa “comunión”.

Tomado íntegramente del sitio web:  


Despues de haber leído este hermoso estudio bíblico, el  Ministerio Evangelista Jehová Sabbaot quiere invitar a todo aquel que venga trabajado, cansado (Mt. 11:28.),  ó que tenga algún tipo de necesidad en su vida, a que primero haga esta oración en voz alta:

“¡Jesucristo, ¡Señor mío y Dios mío! (Jn 20:28.) Acepto que soy un  PECADOR y que yo solo no soy capaz de cambiar, pero TU palabra dice que si confieso con mi boca que eres el Señor y creyere en mi corazón que Dios te levantó de los muertos, seré salvo/salva. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. (Ro. 10:9,10.) Por eso en este momento confieso con mi boca que tú eres el Señor, y te acepto como mi único y suficiente Salvador. Te invito a entrar en mi corazón y te pido que desalojes de mi todo sentimiento que no venga de ti, porque tu palabra dice que Nueva Criatura soy, las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Co. 5:17.) en el nombre de Cristo Jesús.”
Amen! 
 
Si ya hiciste esta oración e invitaste a Jesucristo a entrar en tu corazón, escríbenos a libertadysanidadendios@gmail.com, queremos saber de ti y seguir orando contigo, según sea tu necesidad y los anhelos de tu corazón. 
 
Hoy nos ponemos de acuerdo contigo y tenemos toda nuestra confianza en el todopoderoso Jehova-Rapha (El Señor tu sanador. Ex. 15:26.), el amado Jesucristo y el Hermoso Santo Espíritu de Dios que eres libre de toda aflicción por la Poderosa Sangre del Cordero de Dios que fue inmolado, y que todo ojo le vera a Él (Ap. 1:7.) en tu testimonio, ahora que eres Libre!!!

domingo, 5 de agosto de 2012

El Arrepentimiento Bíblico 3 Parte


Nota importante:
El Permiso para reproducir esto está otorgado. De hecho, se le exhorta a que lo haga.

Hacer Restitución

Los ladrones deben devolver lo que ellos robaron:

El ladrón hará completa restitución;  si no tuviere con qué, será vendido por su hurto.  Si fuere hallado con el hurto en la mano, vivo, sea buey o asno u oveja, pagará el doble.  Si alguno hiciere pastar en campo o viña, y metiere su bestia en campo de otro, de lo mejor de su campo y de lo mejor de su viña pagará.  Cuando se prendiere fuego, y al quemar espinos quemare mieses amontonadas o en pie, o campo, el que encendió el fuego pagará lo quemado.  Cuando alguno diere a su prójimo plata o alhajas a guardar, y fuere hurtado de la casa de aquel hombre, si el ladrón fuere hallado, pagará el doble....  En toda clase de fraude, ... el que los jueces condenaren, pagará el doble a su prójimo...  Mas si (el animal) le hubiere sido hurtado, resarcirá a su dueño.   Pero si alguno hubiere tomado prestada bestia de su prójimo, y fuere estropeada o muerta, estando ausente su dueño, deberá pagarla.  Si alguno engañare a una doncella que no fuere desposada, y durmiere con ella, deberá dotarla y tomarla por mujer.  Si su padre no quisiere dársela, él le pesará plata conforme a la dote de las vírgenes (Éxodo 22:3-17).  

¿Se aplica la restitución a nosotros bajo el Nuevo Pacto?  ¡Sí!  Ante la voluntariedad de Zaqueo de hacer restitución a los otros que él había engañado, Jesús declaró que esto mostraba que la salvación había llegado a él:

Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor:  He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres;  y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado.  Jesús le dijo:  Hoy ha venido la salvación a esta casa;  por cuanto él también es hijo de Abraham.  Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido (Lucas 19:8-10).  

Pero en el caso de un ladrón arrepentido moribundo, que no pudiera resarcir lo que robó bajo su condición, aun así será perdonado (Lucas 23:42,43).

Una Lista que Resume

Aunque no sea una lista exhaustiva, hemos visto las siguientes verdades citadas en la Biblia:

  • Clame fuertemente a Dios y conviértase del mal camino y de la rapiña (Jonás 3:5-10).  
  • Reconozca que ha pecado contra el cielo y contra Dios y que no es ya digno de ser llamado su hijo (Lucas 15:17-21;  2 Samuel 12:13).
  • Llore amargamente por el pecado (Lucas 22:61,62).
  • Acérquese a Dios, limpie sus manos;  purifiquer sus corazones, aflíjase, lamente y llore;  cambie su risa en llanto y su gozo en tristeza;  humíllese ante Dios (Santiago 4:8-10).
  • Deje sus caminos impíos y sus malos pensamientos y vuélvase al Señor (Isaías 55:7).
  • Redima los pecados con justicia y las iniquidades haciendo misericordia con los oprimidos (Daniel 4:27).
  • Ore a Dios y confiese que usted ha pecado y hecho iniquidad, que ha hecho impíamente y ha sido rebelde y se ha apartado de sus mandamientos y de sus ordenanzas.  Busque el favor del Señor volviéndose de sus pecados y prestando atención a la verdad del Señor (Daniel 9:4,5,13).
  • Mejore sus caminos y sus obras y obedezca al Señor (Jeremías 26:13).
  • Confiese el nombre de Dios y conviértase del pecado (1 Reyes 8:35).
  • Vuelva en usted, ore a Dios y conviértase a Dios de todo corazón y con toda el alma (2 Crónicas 6:37,38).
  • Busque la salida que Dios ha provisto para resistir firme la tentación (1 Corintios 10:13).
  • Siembre para el Espíritu para segar vida eterna;  no se canse de hacer bien;  haga bien a todos mayormente a la familia de la fe  (Gálatas 6:8-10).
  • Gima y clame a causa de todas las abominaciones (Ezequiel 9:4)
  • Conviértase, vuélvase de sus ídolos y aparte su rostro de todas sus abominaciones (Ezequiel 14:6).
  • Apártese de todos sus pecados que hizo y guarde todos los estatutos de Dios, haga según el derecho y la justicia.  Considere todas las ofensas cometidas y vuélvase de ellas.  ¡Arrepiéntase!  Conviértase de todas sus impiedades.  Apártese de todas sus impiedades que usted ha cometido y hágase un corazón nuevo y un espíritu nuevo (Ezequiel 18:21,23,27,28,30,31).
  • Confiese sus pecados (1 Juan 1:9).
  • No encubra pecados, confiéselos y apártese de ellos para hallar misericordia (Proverbios 28:13).
  • Reconozca su pecado ante Dios y no encubra su iniquidad;  confiese sus transgresiones al Señor (Salmo 32:5).
  • Lávese y límpiese.  Quite la iniquidad de sus obras de delante de los ojos de Dios.  Deje de hacer lo malo, aprenda a hacer el bien, busque el juicio, restituya al agraviado, haga justicia al huérfano, ampare a la viuda (Isaías 1:16-18).
  • Arrepiéntase de las obras muertas (Hebreos 6:1).
  • Produzca (buen) fruto manteniéndose en su arrepentimiento y evite el ser cortado y echado en el fuego (Mateo 4:12-17;  Mateo 25:34-36;  Lucas 3:8-14).
  • Esfuércese a  entrar por la puerta angosta (Lucas 13:24).
  • Arrepiéntase y conviértase a Dios y haga obras dignas de arrepentimiento. (Hechos 26:20).
  • Persevere en hacer bien, busque gloria, honor e inmortalidad para que pueda tener vida eterna (Romanos 2:7).
  • No viva conforme a la carne, sino conforme al Espíritu haciendo morir las obras de la carne y vivirá (Romanos 8:13).
  • No participe en los pecados ajenos y consérvese puro (1 Timoteo 5:22).
  • Guárdese de los ídolos (1 Juan 5:21).
  • Manténgase sin mancha de este mundo (Santiago 1:27).
  • Medite en su cama y calle (Salmo 4:4).
  • Considere sus camino y vuelva sus pies a los testimonios de Dios (Salmo 119:59).
  • Pida a Dios que examine su corazón y lo conozca, que lo pruebe y conozca sus pensamientos para ver si hay en usted camino de perversidad y que lo guíe por el camino eterno (Salmo 139:23,24).
  • Mantenga la fe y la buena conciencia (1 Timoteo 1:19)
  • Deseche toda malicia y engaño, hipocresía, envidia, y todas las detracciones;  desee la leche espiritual no adulterada (1 Pedro 2;1,2)
  • Guarde su lengua del mal y sus labios de hablar engaño;  apártese del mal y haga el bien, busque la paz y sígala (1 Pedro 3:10,11)
  • Procure con diligencia ser hallado por Dios sin mancha, irreprensible y en paz (2 Pedro 3:14)
  • Haga morir en usted lo terrenal, deje la ira, el enojo, la malicia, la blasfemia, las palabras deshonestas de su boca;  no mienta (Colosenses 3:5-10)
  • Deje los dioses ajenos (1 Samuel 7:3) y las ofensas cometidas:  busque un nuevo corazón y un nuevo espíritu (Ezequiel 18:31)
  • Avergüéncese de sus pecados pasados (Romanos 6:20-22)
  • Contrístese según Dios y tenga un ferviente deseo de limpiarse (2 Corintios 7:10,11).
  • Tenga un corazón contrito y humillado (Salmo 51:17).
  • Tema a Dios y aborrezca su pecado (Salmo 36:1,2)
  • Evite todos los pecados que aparecen en 1 Corintios 6:9,10;  Efesios 5:5-7;  Gálatas 5:19-21 y Apocalipsis 21:8)
  • Restituya aquellas cosas que usted robó (Exodo 22:3-17;  Lucas 19:8-10) 



Puedes visitar el link original, perteneciente a Alcance Evangelistico 

Dirección:
P.O. Box 265, Washington,
PA 15301-0265, USA



 Terminando este enriquecedor tema tomado íntegramente del link anteriormente mostrado, termino por mi parte como en los estudios anteriores invitando a todo aquel que venga trabajado, cansado (Mt. 11:28.),  ó que tenga algún tipo de necesidad en su vida, a que primero haga esta oración en voz alta:

“¡Jesucristo, ¡Señor mío y Dios mío! (Jn 20:28.) Acepto que soy un  PECADOR y que yo solo no soy capaz de cambiar, pero TU palabra dice que si confieso con mi boca que eres el Señor y creyere en mi corazón que Dios te levantó de los muertos, seré salvo/salva. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. (Ro. 10:9,10.) Por eso en este momento confieso con mi boca que tú eres el Señor, y te acepto como mi único y suficiente Salvador. Te invito a entrar en mi corazón y te pido que desalojes de mi todo sentimiento que no venga de ti, porque tu palabra dice que Nueva Criatura soy, las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Co. 5:17.) en el nombre de Cristo Jesús.”

Amen! 

Si ya hiciste esta oración e invitaste a Jesucristo a entrar en tu corazón, escríbenos a libertadysanidadendios@gmail.com, queremos saber de ti y seguir orando contigo, según sea tu necesidad y los anhelos de tu corazón. 

  Hoy nos ponemos de acuerdo contigo y tenemos toda nuestra confianza en el todopoderoso Jehova-Rapha (El Señor tu sanador. Ex. 15:26.), el amado Jesucristo y el Hermoso Santo Espíritu de Dios que eres libre de toda aflicción por la Poderosa Sangre del Cordero de Dios que fue inmolado, y que todo ojo le vera a Él (Ap. 1:7.) en tu testimonio, ahora que eres Libre!!!

sábado, 28 de julio de 2012

El arrepentimiento biblico 2 parte


Perdón Condicional

Muchos maestros populares en nuestros días erróneamente proclaman que todos los pecados de los cristianos – pasados, presentes y futuros – han sido ya perdonados.   En contraste, la Biblia cita condiciones para ser perdonados después que se ha experimentado la verdadera regeneración:

Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad (1 Juan 1:9). 

El Apóstol Juan – que era salvo – se incluía a sí mismo aquí usando el pronombre “nosotros”.  Esta confesión de pecados a Dios debe estar también combinada con la voluntariedad de renunciar a esos pecados: 

El que encubre sus pecados no prosperará;  mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia (Proverbios 28:13).  

El Señor Jesús dio otro condición relevante para recibir el perdón, de la que pocos en nuestros días tienen deseos de predicar:

Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial.  Mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre celestial os perdonará vuestras ofensas (Mateo 6:14,15). 

Jesús está dirigiendo su enseñanza a sus propios discípulos que vinieron a El (5:1,2).  Observe también en Mateo 6:14,15 que Jesús les dijo que “vuestro Padre” no os perdonará vuestras ofensas si vosotros no perdonáis a los hombres sus ofensas.  El no puede estar hablando a gente no salvada ya que ellos no tendrían a Dios como su Padre espiritual.

El Rey David escribió, “Bienaventurado aquél cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado” (Salmo 32:1) y dijo cómo él había obtenido el perdón:

Mi pecado te declaré y no encubrí mi iniquidad.  Dije:  Confesaré mis transgresiones a Jehová, y tú perdonaste la maldad de mi pecado (Salmo 32:5).  

El perdón no viene en forma automática, como se evidenció en el versículo precedente.  David tuvo que hacer algo para obtener este perdón.  Quizás Juan tenía este versículo y otros similares en mente cuando escribió 1 Juan 1:9.

El consejo del Dios Soberano a través de Isaías fue:

Lavaos y limpiaos;  quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos;  dejad de hacer lo malo;  aprended a hacer el bien;  buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.  Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta:  si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos;  si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana (Isaías 1:16-18).  

Dios es compasivo y misericordioso, no queriendo que ninguno se pierda, sino que todos procedan al arrepentimiento (2 Pedro 3:9) pero nosotros debemos hacer nuestra parte según está registrada en las Santas Escrituras.  La Biblia no enseña que los cristianos están ya perdonados aun antes de que sus pecados futuros sean cometidos.  No deje que los falsos maestros de nuestros días lo engañen.  Presten atención al mensaje de la Escrituras:



El Arrepentimiento es Fundamental para el Cristianismo

El escritor de Hebreos enseñó (entre otras enseñanzas elementales) que el arrepentimiento es un principio fundamental cristiano: 

Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección;  no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, y de la fe en Dios (Hebreos 6:1).  

Pronto examinaremos algunas de las “obras muertas”.  Pablo dijo a los cristianos romanos que el pecado lleva a la muerte espiritual (Romanos 6:16) y Santiago advirtió cómo ocurre esta "muerte": 

Sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.  Entonces, la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado;  y el pecado, siendo consumado, a la luz la muerte.  Amados hermanos míos, no erréis.  (Santiago 1:14-16)  

Estas fueron las enseñanzas básicas y elementales de la iglesia primitiva que raramente se repiten en nuestros días y aun peor, que son negadas por los maestros de la eterna seguridad.

El Verdadero Arrepentimiento produce “Fruto”

En el momento del arrepentimiento y de la salvación inicial, pasamos de muerte a vida (1 Juan 3:14), de las tinieblas a la luz (Hechos 26:18, Efesios 5:8, 1 Pedro 2:9), y del poder de Satanás a Dios (Hechos 26:18).  Pero esto no acaba aquí.  Juan el Bautista dio su entendimiento inspirado por el Espíritu Santo en cuanto a lo que Dios requiere del arrepentimiento, en Lucas 3:8-14:

Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento.  Y no comencéis a decir dentro de vosotros mismos:  Tenemos a Abraham por padre;  porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras.  Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles;  por tanto, todo árbol que no da buen fruto se corta y se echa en el fuego.  Y la gente le preguntaba, diciendo:  Entonces, ¿Qué haremos?  Y respondiendo, les dijo:  El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene;  y el que tiene qué comer, haga lo mismo.  Vinieron también unos publicanos para ser bautizados, y le dijeron:  Maestro, ¿qué haremos?  El les dijo:  No exijáis más de lo que os está ordenado.  También le preguntaron unos soldados, diciendo:  Y nosotros, ¿qué haremos?  Y les dijo:  No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis;  y contentaos con vuestro salario.    

Observe la responsabilidad humana involucrada.  ¿Estaba Juan enseñando una salvación por medio de “obras”?  De ningún modo.  El padre de Juan, Zacarías, profetizó acerca de él bajo la inspiración del Espíritu Santo (Lucas 1:67) que Juan daba al “pueblo de Dios conocimiento de salvación para perdón de sus pecados”,  V. 77.  Aunque algunos pudieran reclamar equivocadamente que Juan enseñaba la “ley” y las “obras” del Antiguo Testamento, ¡Dios dio el conocimiento de la salvación a través de él!

La enseñanza de Jesús acerca de los justos fue muy similar e incluía acción de la parte de los redimidos o  los “benditos”:

Entonces el Rey dirá a los de su derecha:  Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.  Porque tuve hambre, y me disteis de comer, tuve sed, y me disteis de beber;  fui forastero, y me recogisteis;  estuve desnudo, y me cubristeis;  enfermo, y me visitasteis;  en la cárcel, y vinisteis a mí” (Mateo 25:34-36).  

Jesús enseñó, “Esforzaos a entrar por la puerta angosta;  porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán” (Lucas 13:24).  Pero “la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Juan 1:17).

Aunque esto está en conflicto con el falso mensaje de “gracia” de hoy en día, ésta es la verdadera gracia Bíblica del Dios Todopoderoso.  Escoja a quién creer – al que tiene toda autoridad en el cielo y en la tierra (Mateo 28:18) o a los impíos convertidores de la gracia de hoy (Judas 3,4).



Demuestre Su Arrepentimiento y Manténganse

Mientras que no éramos salvos, nosotros producíamos fruto para muerte (Rom 7:5).  Pero ahora debemos producir buen fruto para evitar el ser cortados y arrojados en el fuego (Mat. 3:10).  Esto requiere acción de nuestra parte que no puede ser una salvación por “obras” ya que Jesús encomió el mensaje de Juan (Mateo 11:11).  El mensaje estándar del evangelio de gracia del Apóstol Pablo también está de acuerdo con el de Juan:

... que anuncié ...  que se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento (Hechos 26:20).  

Jesús nos hace libres de la esclavitud del pecado (Juan 8:34-36) pero después de la salvación inicial, Pablo enseñó a los cristianos a persistir en buscar la inmortalidad, a continuar en el Espíritu y a hacer morir el pecado para vivir:

Vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad (Romanos 2:7).  

Porque si vivís conforme a la carne, moriréis, mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis (Romanos 8:13).  

La responsabilidad humana y el libre albedrío están también claros en el consejo de Pablo al Pastor Timoteo cuando le dice “no participes en pecados ajenos.  Consérvate puro (1 Timoteo 5:22).

En forma similar, Juan aconsejó a sus hijos “guardarse de los ídolos” (1 Juan 5:21).

Alguno pudiera alegar, “pero nosotros no estamos bajo la ley”.  Cierto, nosotros no estamos bajo la ley ceremonial, pero b> nosotros todavía estamos bajo la ley moral como puede verse en versos tales como 1 Corintios 6:9, 10;  Efesios 5:5-7;  Gálatas 5:19-21;  Judas 7;  Apocalipsis 21:8;  etc.  Recuerde que Pablo le dijo a los cristianos corintios que no fueran idólatras (1 Corintios 10:7).  El sabía que los cristianos podían convertirse en idólatras y terminar así en el lago de fuego según Ap. 21:8 a menos que se arrepintieran.  Por lo tanto, estos apóstoles aconsejaron a los cristianos mantenerse lejos de tal peligro espiritual.

Santiago enseñó qué clase de religión es aceptable a Dios y de qué debían guardarse los cristianos:

La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es ésta:  Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones y guardarse sin mancha del mundo (Santiago 1:27).  

Estas todas son enseñanzas de la verdadera gracia.  El problema, entonces, estriba en aquellos que tienen un punto de vista distorsionado acerca de la gracia.



Escudriñe Su Corazón y Libérese

El consejo siguiente de los Salmos puede ser de gran beneficio para aquellos que desean mantener un camino santo delante de Dios:

Temblad y no pequéis;  meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad (Salmo 4:4).  

Confesaré mi maldad, y me contristaré por mi pecado (Salmo 38:18)  

Consideré mis caminos, y volví mis pies a tus testimonios (Sal 119:59)  

Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón;  pruébame y conoce mis pensamientos;  y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno (Salmo 139:23,24).  

Estas clases de oraciones nos ayudarán a mantener un corazón puro, que es vital ya que estos son los que estarán en el lugar santo de Dios (Salmo 24:3,4).  “Mantener la fe y la buena conciencia” nos preservará de naufragios espirituales (1 Timoteo 1:19).

Pedro y Pablo nos dieron otras importantes salvaguardas y ordenanzas:

Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis en salvación (1 Pedro 2:1,2).  

Porque :  El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño;  apártese del mal, y haga el bien;  busque la paz, y sígala (1 Pedro 3:10,11).  

Por lo cual, oh amados, estando es espera de estas cosas (la morada de la justicia, V. 13), procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz.  (2 Pedro 3.14).  

Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros:  fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría;  cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de la desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas.  Pero ahora, dejad también vosotros todas estas cosas:  ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca.  No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno (Colosenses 3:5-10).  

Para liberarnos del pecado a fin de regresar a Dios ha existido desde hace mucho tiempo un mandato bíblico:

Si de todo corazón os volvéis a Jehová, quitad los dioses ajenos y a Astarot de entre vosotros, y preparad vuestro corazón a Jehová, y sólo a El servid (1 Samuel 7:3).  

Echad de vosotros todas vuestras transgresiones con que habéis pecado, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo.  ¿Por qué moriréis, casa de Israel?  (Ezequiel 18:31).



El Verdadero Arrepentimiento Incluye Dolor Santo y Vergüenza

El verdadero arrepentimiento también se manifiesta en dolor, vergüenza por aquellos actos pecaminosos cometidos y en un deseo ferviente de hacer las cosas correctamente:

Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia.  ¿Pero qué fruto tenías de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis?  Porque el fin de ellas es muerte.  Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna (Romanos 6:20-22).  

Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse;  pero la tristeza del mundo produce muerte.  Porque he aquí, esto mismo de que hayáis sido contristados según Dios, ¡qué solicitud produjo en vosotros, qué defensa, qué indignación, qué temor, qué ardiente afecto, qué celo, y qué vindicación!  En todo os habéis mostrado limpios en el asunto (2 Corintios 7:10,11).  

Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado;  al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios (Salmo 51:17). 

Por otro lado, los impíos están vacíos del temor de Dios y el dolor que lleva a la salvación:

La iniquidad del impío me dice al corazón:  No hay temor de dios delante de sus ojos.  Se lisonjea, por tanto, en sus propios ojos, de que su iniquidad no será hallada y aborrecida (Salmo 36:1,2).  

Un buen punto clave de la condición de su corazón, entonces, es:  ¿Teme usted a Dios y aborrece su pecado, o está usted entre los impíos anteriormente descritos?



Actos que Llevan a la Muerte

Como fue mencionado previamente, Heb. 6:1 declara que hay obras que conducen a la muerte, pero ¿cuáles son ellas?  Los pecados listados en 1 Corintios 6:9,10,  Efesios 5:5,6,  Gálatas 5:19-21 y Apocalipsis 21:8 nos dan visión de las cosas de las que uno debe arrepentirse, ya que aquellos que las hacen no heredarán el reino:

¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios?  No erréis;  ni os fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios (1 Corintios 6:9,10).  

Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios.  Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia (Efesios 5:5,6). 

Y manifiestas son las obras de la carne, que son:  adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a éstas;  acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios (Gálatas 5:19-21).  

Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago de fuego y azufre, que es la muerte segunda (Apocalipsis 21:8).  

¿Qué esperanza tiene el infortunado cristiano que caiga en tales pecados después de su salvación inicial?  Estas abominaciones deben ser confesadas y abandonadas, buscando el perdón de Dios.  Jesús enseñó que el pródigo volvió a vivir después de una completa ruptura con su relación con las rameras (Lucas 15:24,32).  Lo mismo puede ser establecido acerca de David después que él humildemente buscó el perdón del Señor por su pecado sexual y su asesinato (Salmo 51).  ¿Se mantuvo David salvo durante su detestable pecado antes de arrepentirse?  No, según el Soberano Dios que  habló Apocalipsis 21:8 desde su propio trono después que la obra infinita del Señor Jesús fuera completada.  Dios no hizo excepciones con nadie, incluyendo a un hombre que escribió parte de la Biblia.  Gracias a Dios, David se arrepintió antes que muriera.  Muchos no lo hacen.  Ezequiel explica lo que le sucedió espiritualmente al Rey David durante ese período oscuro de su vida:

Mas si el justo se apartare de su justicia y cometiere maldad, e hiciere conforme a todas las abominaciones que el impío hizo, ¿vivirá él?  Ninguna de las justicias que hizo le serán tenidas en cuenta;  por su rebelión con que prevaricó, y por el pecado que cometió, por ello morirá (Ezequiel 18:24).  

... La justicia del justo no lo librará el día que se rebelare;  y la impiedad del impío no le será estorbo el día que se volviere de su impiedad;  y el justo no podrá vivir por su justicia el día que pecare.  Cuando yo dijere al justo:  De cierto vivirás, y él confiado en su justicia hiciere iniquidad, todas sus justicias no serán recordadas, sino que morirá por su iniquidad que hizo (Ezequiel  33:12,13).  

Similarmente a lo que Jesús enseñó sobre el pródigo, Pablo dijo al los cristianos romanos:

Porque si vivís conforme a la carne, moriréis, mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis (Romanos 8:13).  

Aquellos que son espirituales, pueden ayudar a restaurar a los hermanos caídos:

Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que haga volver al pecador de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados (Santiago 5:19,20).  

Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado (Gálatas 6:1).  

Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida;  esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte.  Hay pecado de muerte por el cual yo no digo que se pida.  Toda injusticia es pecado, pero hay pecado no de muerte (1 Juan 5:16,17).



Tomado íntegramente para publicar en este blog en 3 partes del sitio web de:






Ahora bien, aprovecho este tracto para invitar a todo aquel que venga trabajado, cansado (Mt. 11:28.),  ó que tenga algún tipo de necesidad en su vida, a que primero haga esta oración en voz alta:



“¡Jesucristo, ¡Señor mío y Dios mío! (Jn 20:28.) Acepto que soy un  PECADOR y que yo solo no soy capaz de cambiar, pero TU palabra dice que si confieso con mi boca que eres el Señor y creyere en mi corazón que Dios te levantó de los muertos, seré salvo/salva. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. (Ro. 10:9,10.) Por eso en este momento confieso con mi boca que tú eres el Señor, y te acepto como mi único y suficiente Salvador. Te invito a entrar en mi corazón y te pido que desalojes de mi todo sentimiento que no venga de ti, porque tu palabra dice que Nueva Criatura soy, las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Co. 5:17.) en el nombre de Cristo Jesús.”

Amen! 

Si ya hiciste esta oración e invitaste a Jesucristo a entrar en tu corazón, escríbenos a libertadysanidadendios@gmail.com, queremos saber de ti y seguir orando contigo, según sea tu necesidad y los anhelos de tu corazón. 
 
Hoy nos ponemos de acuerdo contigo y tenemos toda nuestra confianza en el todopoderoso Jehova-Rapha (El Señor tu sanador. Ex. 15:26.), el amado Jesucristo y el Hermoso Santo Espíritu de Dios que eres libre de toda aflicción por la Poderosa Sangre del Cordero de Dios que fue inmolado, y que todo ojo le vera a Él (Ap. 1:7.) en tu testimonio, ahora que eres Libre!!!